El ser humano es el único ser que puede y sabe reírse. La risa es un don maravilloso que produce efectos beneficiosos en la salud. Las personas se ríen de sí mismos, se ríen de sus vecinos y amigos y es frecuente que se hagan comentarios admirativos, jocosos e incluso soeces, de pueblos vecinos, de otras provincias o de otros países.
Sin ningún ánimo de ofender, sino para ayudar a conocerse más unos a otros y pasar un buen rato (incluso constatar que suele haber mucho tópico y reconocer que del dicho al hecho va mucho trecho), quiero traer a comentario lo que dicen los campillanos de las de los pueblos vecinos.
Motilla del Palancar
El sempiterno rival, a los motillanos los llaman en el Campillo «los de la mielga», porque dicen que les salió en lo alto del campanario una buena mata de esta planta y para quitarla no se les ocurrió nada mejor que atarle a un burro una soga al cuello y subirlo mediante una garrucha para que se la comiese. Se pueden imaginar cómo llegó el pobre animal a la mielga: con un palmo de lengua y gota de resuello porque lo habían ahogado.
Pero claro, donde las dan las toman, porque a los campillanos en Motilla los llaman «los de la viga». Les achacan que estando de obras en iglesia, había que pasar una gran viga al interior, pero que no cabía, porque se intentaba pasarla a lo ancho, la solución agrandar la puerta, hundirla un poco a los lados, en vez entrarla de frente que sería lo lógico.
También los motillanos, para chinchar, se referían a Campillo como «la aldea«, y en el pecado llevaban la penitencia, porque salvo estos últimos años, históricamente nunca fue más importante ni superó en habitantes la Motilla al Campillo; y encima los campillanos les decían a ellos «los del tanganillo», porque si venían al fútbol o al baile, allá por los años sesenta, venían con alguna corbateja de medio pelo que les hacía gracia a los campillanos y las comparaban con el tanganillo o palitroque que llevaban los perros colgando del cuello en tiempo de caza vedada.
En fin, las historietas tienen su gracia, pero son falsas, y los mismos o parecidos dichos entre pueblos vecinos los he oído contar en otras partes de España, en Europa y en Sudamérica. La pretendida rivalidad Campillo-Motilla, es inexistente o no va más allá de lo admisible entre vecinos y personas sensatas.
Pero además, Motilla era uno de los pueblos de donde más gentes venían al santuario de la Virgen de la Loma y a sus fiestas de septiembre. No olvidemos que la inscripción de la fachada del convento dice «Con la comarca esta villa y con sus hijos Ocaña, en un lustro con su maña ha hecho esta maravilla» ya que existía una romería de todos los pueblos de la comarca por la devoción que le tenían a la Virgen de la Loma; convirtiendo nuestro convento agustino en un centro de atracción espiritual y cultural para toda la Manchuela.
Almodóvar del Pinar
Con los «pinocheros» o «piñoneros«, parece que no hay ningún contencioso. Y es que los campillanos iban al pinar de Almodóvar para proveerse de teas, piñas, pinocha y cándalos para las estufas, o a buscar hongos y cagarrias, pero también respondían en masa en caso de alguno de aquellos grandes incendios que hubo; los campillanos acudían a apagar el fuego, pero no todos los pueblos de alrededor hacían lo mismo o respondían de la misma manera.
Cardenete
En Campillo corre una referencia que dice «Ir sin prisa, como los de Cardenete«, cuando alguien está de visita y no acierta a irse, o, en fin, aplicable a cualquier circunstancia en la que se toman las cosas con tranquilidad.
Puebla del Salvador
A los de la Puebla siempre les hizo gracia la forma de hablar de los campillanos y su frecuente recurso a las terminaciones ico-ica: perrico, casica, cochecico, etc. que llegó con la Reconquista y la repoblación subsiguiente. Como por aquí vinieron aragoneses, arriacenses, navarros, pasiegos y cántabros, pues dejaron su modo de hacer los entrañables diminutivos que tanto llaman la atención, incluso hoy día. También les llamaba la atención que en el Campillo, cuando los yeros y las lentejas se cogían a mano, surco a surco, o hilo a hilo, solo se llevaba un surco cada vez y no dos como ocurría en la Puebla. En fin, para referirse a ella en Campillo decían «la Puebla, que no llega a pueblo«, como si esto fuera Nueva York.
Valverdejo
Se dice aquello de «Valverdejo, mal estabas y peor te dejo«, expresión que no necesita de más comentarios, pero que es aplicable a cualquier pueblo cuyo nombre acabe en -ejo y por lo tanto no tiene mayor importancia.
Valera
Los de Valera tienen en Campillo fama de algo tragones y a ellos se refiere el dicho de ser «como los de Valera : revienta, pero no queda» ; y se aplica, claro está, a aquellas personas que comen mucho, que consentirían en dar un trueno antes que sobre comida.
Castillejo
En cuanto a los castillejeros, se les referencia en Campillo mediante un cantarcejo que dice así:
Ya vienen los del Castillejo
por las cuestas del Morrón
y van perdiendo los vencejos
que llevan por cinturón.
Llevar un vencejo por correa ya daba consideración de un poco atarre, pero encima ir perdiéndolo era el colmo de la desidia y pobretonería. Tampoco hay que hacer caso de esto, porque gente pobrecica en todas partes hay y en Campillo también se ha visto a gente que se sujetaba los pantalones con un vencejo o con lo que más a mano se tuviera.
Monteagudo de las Salinas
Hay una jota que hace referencia a este pueblo:
Allá va la despedida,
al estilo de Monteagudo:
la mujer se va a por leña
y el hombre apareja el burro.
Carboneras
En caso de cualquier riña, trifulca o desacuerdo, en Campillo se recurre al dicho de ser «Como los frailes de Carboneras, pocos y mal aveníos«. Carboneras de Guadazaón tuvo en tiempos un famoso convento de frailes dominicos, llamado de la Santa Cruz, ahora en ruinas y donde sólo se halla en pie el panteón de los Marqueses de Moya. Pudo ser que fueran los frailes muy dados a las disensiones internas y de ahí surgiera el dicho. A Campillo vinieron los dominicos de Carboneras en el siglo XVII a refundar y potenciar la Cofradía de los Esclavos del Rosario, de gran éxito posterior, pero no tenemos otras noticias que aclaren el referido dicho.
A los de Paracuellos, Huércemes, Enguídanos, y otros pueblos más pequeños, siempre se les achacaban pocas luces, pero ya hemos dejado dicho que de eso no hay que hacer caso. Son tópicos sin fundamento alguno que aplican los grandes a los pequeños.
Aquí quedan recogidos unos cuantos sambenitos sin ningún fundamento, traídos a estas líneas por simpáticos o curiosos y con el ánimo de desterrar tanto cerrilismo y tanto orgullo tribal como anda suelto por ahí, porque cualquier dicho de estos se puede aplicar, con variaciones o sin ellas, a cualquier lugar, Campillo incluido por supuesto. Quede todo en anécdota que provoque la sonrisa y practiquemos el respeto, la tolerancia y la solidaridad, que la vida son dos días.
Santiago Montoya Beleña, 1999
Muchas gracias por tu Historia y anécdotas, me han hecho mucha gracia, son simpáticas y muy graciosas. Me han despertado una sonrisa. Un saludo muy afectuoso.