Érase una vez una mujer que tenía dos hijos. El chico se llamaba Periquico y la chica, Periquica. La mandre mandó al Periquico a por aceite y a la Periquica a por arroz. La madre les dijo que quién fuera antes, le pondría el vestidico de la Virgen. Entonces, el Periquico vino antes y luego, la Periquica preguntando por su Periquico y su madre le dijo que aún no había venido, y le dijo la Periquica:
— Voy a ver si ha ido a casa de los abuelos.
Va a la casa de sus abuelos y les dice:
— ¿Ha venido por aquí mi Periquico?
— No. No ha venido.
Vuelve otra vez la Periquica a su casa y le dice a su madre:
— En casa de los abuelos no ha estado.
Y dice su madre:
— Espérate aquí, que voy al horno, pero no mires en la despensa ni desatapes el puchero.
Cuando la madre se marchó, la Periquica entró en la despensa y desatapó el puchero y se encontró al Periquico muerto. La Periquica al verlo, empezó a llorar y salió
corriendo. Se encontró con la Virgen y le dijo:
— ¿Por qué lloras, Periquica?
— Porque mi mamá ha matado a mi Periquico y lo lleva en el puchero de comida…
— Tú no llores, Periquica. Lo que vas a hacer, es que cuando coman, tú ni comas y recoge en este pañuelico los huesecillos y haces un pozo y después, los siembras.
La Periquica así lo hizo, como le dijo la Virgen: no comió. Y le decían sus padres:
— ¿Por qué no comes, Periquica?
— Porque no tengo hambre,
Enterró los huesos y, al cabo de una semana de plantar los huesecillos, salió el Periquico con una cesta de manzanas. Fue su madre y le pidió una manzana y le dijo:
— No, porque me mataste.
Luego fue su padre y le dijo lo mismo:
— No, porque me comiste.
Luego van los abuelos y les dijo:
— A vosotros os doy una manzana.
Y, finalmente, va la Periquica y le dijo:
— ¿A mí me das una manzana?
— Sí, a ti sí, Periquica. Coge todas las que quieras.
Entonces, su madre le preguntó:
— ¿Por qué nube me voy?
— Tú, por aquella nube negra, con los malos.
Y a su padre le dijo lo mismo y luego fue la Periquica
y le preguntó al Periquico:
— ¿Por qué nube me voy?
— Tú, por aquella nube blanca, con los ángeles y conmigo.
Cuento contao,
Cuento acabao.
Narradora: Isabel Coronado Luján, en mayo de 1997 con 88 años
Extraído del libro: Cuentos de encantamiento, de hadas o maravillosos en la provincia de Cuenca, de Pilar Gómez Couso, editado en 2023 por Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha y la Diputación Provincial de Cuenca.