Las circunstancias históricas por las que ha pasado el convento de Agustinos Recoletos de Campillo le han conducido a la situación actual en que se encuentra, con la huerta de los frailes en manos de particulares, con la casa conventual y su claustro de cinco arcos por lado transformado en plaza de toros, con la quintería de Matallana de propiedad privada, con la iglesia de la comunidad agustina y santuario de la Virgen de La Loma despojada de las obras de arte que la ornaron, con un entorno extremadamente alterado por las construcciones que le rodean…, pero todavía sigue en pie, sobre todo la iglesia, que no ha dejado de tener culto debido a la enorme veneración de los campillanos por su patrona.
Los robos que ha habido en el convento en tres ocasiones, la quema de imágenes y altares en la pasada guerra civil, las guerras carlistas, los desmanes cometidos en el llamado Trienio Constitucional de 1820-23 y la invasión francesa de 1808, han sido los momentos más aciagos por los que ha pasado el convento y que dieron lugar a su expolio y casi al borrado de su memoria.
Pero, en fin, así sucedieron las cosas y así nos ha llegado el edificio a la actualidad, siendo ahora tarea de los historiadores la reconstrucción de lo que fue la historia del convento y propiciar el conocimiento de su pasado esplendor. Es un trabajo difícil y minucioso, lento, poco considerado y no demasiado agradecido, pero que paulatinamente va dando sus frutos y se va haciendo la luz sobre un monumento desconocido hasta hace escasos años y desatendido por los especialistas.
Me da la oportunidad de dar a conocer mucha documentación que sobre el convento tengo recogida el hecho de que una porción de la biblioteca conventual ha cambiado de dueño. Las hermanas María y Gloria Notario Lodos eran poseedoras de un pequeño fondo de libros que pertenecieron a la biblioteca del convento y que habían ido a parar a su familia por haber algún cura en ella que mereció la confianza de los agustinos en momentos penosos, los cuales no dudaron en confiarle uno de los tesoros más valiosos para un convento, como es su biblioteca.
También pudo ser que se vendieran en pública almoneda o que se tomaran con la sana intención de ponerlos a buen recaudo en circunstancias difíciles. Se trataba de un grupo de unos ciento veinte libros, la mayoría encuadernados en pergamino, entre los que hay tratados de Teología, de Historia, sermonarios, la regla de la orden agustina, etc., y que llevan anotado en algunos de ellos la frase en latín «Pertinet ad conventum Deiparae Nª Sª de la Loma…”, lo que no deja lugar a dudas sobre sus propietarios: los frailes agustinos recoletos. Los herederos de las hermanas Notario, a su muerte, pusieron todo a la venta, ya que para ellos no significaba nada, pero, afortunadamente, pudo comprarlos Juan Vila quien a su vez los cedió para su exposición en el Museo Histórico y Etnológico de Campillo de Altobuey.
A este centenar largo de libros hay que añadir otra decena de ejemplares conservados en la Parroquia e igualmente procedentes de la biblioteca del convento agustino.
Ya se ha comentado que la biblioteca es pieza clave y de primerísima importancia para todo convento o monasterio que se precie, y el de Campillo no podía ser menos, según consta en una documentación de archivo del año 1821 por mí encontrada y que en alguna ocasión daré a conocer en su integridad, en la que se relacionan detalladamente todos y cada uno de los volúmenes que formaban la biblioteca, cuyo número total asciende a unos quinientos libros, entre los que se identifican los comprados por Juan Vila y los conservados en la parroquia.
De entre ellos hay que destacar el que para mí es una joya bibliográfica, obra del gran valenciano universal Juan Luis Vives, los Comentarios a la Ciudad de Dios de San Agustín, del siglo XVI, citado en el inventario de la biblioteca del convento como Un tomo folio mayor De las Obras de Ntro, P. S. Agustín de Cibitate Dei. Para ampliar información sobre el valor este ejemplar puedes leer este artículo que se expuso en un Simposium en El Escorial en 2016:
De hecho, la prensa se hizo eco del hallazgo en 1995:
Para la importancia del convento de Campillo y del tamaño de la población, puede decirse que esta biblioteca estaba bien surtida y era suficiente para el cometido que desempeñaban los frailes de predicación en la comarca, formación de clérigos y estudio y crecimiento personal.
Contaban con las obras teológicas de:
- Santo Tomás de Aquino
- San Jerónimo y San Juan Crisóstomo
- San Cirilo, San Ambrosio y San Gregorio Nacianceno
- San Atanasio y San Anselmo
También disponían de los siguientes fondos:
- Las obras de Tito Livio
- El Libro de las Sentencias de Pedro Lombardo
- Los libros de Derecho de Domingo de Soto y Francisco Suárez
- El Mundo Simbólico de Felipe Pichinelo
- Las obras de Alfonso de Orozco
- Las obras de Santo Tomás de Villanueva
- Historia Eclesiástica de José Agustín Orsí
- El Viaje estático de Lorenzo Hervás y Panduro
- Crónica General de España del Maestro Florean
- El Viajero Universal de La Porte
- Los Nombres de Cristo de Fray Luis de León
- El Índice de libros prohibidos
- Eva y Ave de Antonio de Sousa
- Montesa Ilustrada de Hipólito Samper
- Regla de la Orden de Caballería de Santiago
- Varones ilustres de la Compañía de Jesús de José Casal
- Eucaristici amoris del P. Juan Bautista
- Sermones varios de San Juan de la Cruz
- Estragos de la lujuria y sus remedios de Fr. Jerónimo García
- Bularios, comentarios bíblicos de afamados cardenales, estudios de los Evangelios, biografías de santos etc. etc.
Hay que destacar la presencia de libros en francés y en italiano, libros de historia, florilegios latinos clásicos, libros de divulgación y cursos de teología para la formación interna del convento.
Era esta biblioteca, en definitiva, la herramienta principal para llevar a cabo la tarea más importante que tenían que realizar como frailes en la comarca de la Manchuela y en la Serranía Baja: la predicación de la palabra de Dios, la confesión y el consuelo y atención de moribundos.
Una biblioteca que ya no existe, por desgracia, pero de la que sabemos qué libros la integraban, que nos indican la formación, la preparación, el estudio y las lecturas de los frailes en un momento histórico y social determinado del pueblo de Campillo de Altobuey, biblioteca de la que, por fortuna, conservamos un pequeño fondo de ella que pertenece a la historia de Campillo y de sus habitantes, pasados y actuales.
Santiago Montoya Beleña
Campillo, 2005