Los agustinos pioneros en la fundación del convento campillano no son bien conocidos por el público en general y bien merecen una constancia escrita o, mejor aún, una placa de reconocimiento y gratitud a su labor en algún lugar del santuario. De este modo, los visitantes que acudan a conocer y deleitarse con el arte barroco del convento podrían saber sin ninguna duda los nombres de los primeros fundadores, información que siempre agrada conocer cuando se visita cualquier monumento. Indicada queda la propuesta y a la espera de que la instancia civil o religiosa pertinente la haga suya y la lleve a cabo.
Los primeros agustinos recoletos que habitaron el convento de Campillo a partir de 1680, en que inicia su andadura como hospicio, y de 1690 en que se autoriza la fundación por parte de la Santa Sede y del rey de España Carlos ll, fueron los siguientes:
- Fray Juan de San Nicolás.
- Fray Matías de San Juan Bautista.
- Fray Juan de Santo Tomás (Juan León).
- Fray Andrés de la Madre de Dios (Andrés Pantoja).
- Fray José de San Eugenio (José Carranza).
- Fray Manuel de la Presentación.
- Fray Antonio de San Gregorio (hermano lego).
- Fray Pablo de San José.
- Fray Mateo de la Encarnación.
- Fray Alejo del Espíritu Santo.
- Fray Manuel de San José.
- Fray Francisco del Espíritu Santo (originario de Granada).
- Fray Pedro de San José (Pedro Ocaña), arquitecto del convento de Campillo y prior del mismo durante dieciocho años (de 1696 a 1714), o sea, durante seis trienios, lo que le permitió llevar a término las obras, incluido la consagración de la iglesia-santuario de Na Sa de la Loma el 8 de septiembre de 1712.
El primero en llegar a Campillo fue Fray Pablo de San José, quien establecería los primeros contactos y conversaciones con los cabildos civil y eclesiástico para llevar a cabo la fundación del convento.
Es sabido que del convento de El Toboso llegaban agustinos a Campillo a predicar en la Cuaresma y Adviento, oír confesiones y pedir limosnas, para después volver a su lugar de procedencia. Así, poco a poco, se fueron ganando el cariño, la confianza y el aprecio de la gente de Campillo.
En 1680 llegaron los dos frailes citados en primer lugar, Fray Juan de San Nicolás y Fray Matías de San Juan Bautista, que son los que iniciaron la fundación del convento como Hospicio para atender a peregrinos y caminantes.
Y después de los diez años de pleitos con los franciscanos de Iniesta, por la cuestión económica del derecho a pedir limosnas en exclusiva, en 1690 se instalan en la fundación conventual los cinco agustinos llegados de El Toboso, Fray Juan de Santo Tomás, Fray Andrés de la Madre de Dios, Fray José de San Eugenio, Fray Manuel de la Presentación, y Fray Antonio de San Gregorio.
Por parte del Padre Vicario General y por el Padre Provincial de Andalucía fue nombrado como primer prior del convento campillano Fray Mateo de la Encarnación, que era Secretario del Provincial, y en las primeras elecciones priorales resultó elegido Fray Alejo del Espíritu Santo.
La duración del cargo era trienal, pudiendo repetir un segundo mandato de otros tres años. Las elecciones tenían lugar en las reuniones del Capítulo Provincial, del que en Campillo se celebró uno muy importante para la Orden Recoleta.
El segundo prior electo fue Fray Manuel de San José, que procedía también de El Toboso.
Y el más importante de todos ellos fue Fray Pedro de San José (Pedro Ocaña), el arquitecto que construyó el edificio y permaneció como prior durante seis trienios, soslayando de modo sutil la rígida prohibición de estar más de dos trienios en el cargo. Interesaba que estuviese él al frente del priorazgo de Campillo, por ser el arquitecto que dio las trazas y dirigía las obras y fue la excepción a la regla. Lo cierto es que este fraile agustino recoleto fue el verdadero artífice material del convento y se merece el reconocimiento y el recuerdo agradecido de todos los campillanos, junto con los compañeros que le precedieron y le siguieron en la fundación, escribiendo todos ellos una de las páginas más importantes de la historia de Campillo.
En la imagen que encabeza este artículo aparece la inscripción que en la fachada del Convento hace refencia a Pedro Ocaña: «Con la comarca esta villa y con sus hijos Ocaña, en un lustro con su maña ha hecho esta maravilla”. En las líneas inferiores en latín: «Todo lo que hagan prosperará».
Algo más de siglo y medio prestigiaron los agustinos con su presencia las tierras de la Manchuela. Gracias a todos aquellos que hicieron posible la fundación del convento, entre los que tampoco se puede olvidar al abogado Don Fernando Nieto Descalzo, su mujer Doña Catalina Alcaud y Moya, a Don Isidro Gil Ortiz, médico sevillano, y al Inquisidor Don Cristóbal Escribano, de Requena, quienes apoyaron de modo incondicional la fundación con su influencia y con sus bienes de fortuna.
Santiago Montoya Beleña. 2009
Buenos trabajos