Coronación canónica de la Virgen de la Loma: primer centenario (1924-2024)

Comparte este artículo:

El día 8 de septiembre de 1924 fue coronada canónicamente la imagen de Nuestra Señora de La Loma en la explanada existente delante del convento que lleva su nombre. Así pues, el día 8 de septiembre de 2024 se cumple el primer centenario de esta efeméride de tanta importancia para la intrahistoria campillana. Además, los campillanos tienen el honor de tener como patrona a la Virgen de La Loma, la primera imagen que fue coronada canónicamente en toda la provincia de Cuenca. La Virgen de la Luz y la Virgen de las Angustias, copatronas de la ciudad, tuvieron que esperar más de un cuarto de siglo (1950 y 1957, respectivamente) para adquirir ese rango de vírgenes coronadas.

Y Campillo no se siente más importante por contar con la primera imagen coronada en la provincia, sino por ser la Virgen de la Loma una de las imágenes de más ancestral raigambre y culto continuado, con una devoción, al menos en origen, extendida por toda la comarca de la Manchuela, y por la fama reconocida de madre amantísima y cuidados taumatúrgicos repartidos entre sus devotos hijos campillanos.

¿Qué importancia tiene el hecho de la Coronación Canónica de una imagen sagrada?

Pues la tiene, y mucha, no es una cuestión menor. Primero hemos de recordar que es un rito litúrgico instituido en el siglo XVII por la Iglesia Católica, rito que necesita un tiempo y unas condiciones determinadas que pasaron a la liturgia romana en el siglo XIX.

Con este Ritual de la Coronación, la pretensión más importante es resaltar la devoción que el pueblo llano profesa a una imagen de la Virgen María bajo la advocación de que se trate, en nuestro caso de Virgen de La Loma, en referencia a la loma, montecillo o cerro suave en que tuvo lugar su aparición allá por el año 1177 en el hecho histórico de la conquista de Cuenca por Alfonso VIII.

Placa conmemorativa en el área de entrada a la iglesia del Convento.

La tradición, la leyenda piadosa, se cubre de pátina histórica y el hecho histórico cobra grandeza al relacionarlo con lo sagrado. Las cotas de certeza de uno y otro asunto ya resultan irrelevantes, y se llega al acto de la Coronación Canónica por el culto multisecular que se ha dispensado a la Imagen a lo largo del tiempo, caminando ya hacia el cumplimiento del milenio, culto que no se dirige a cualquier persona o personaje, sino que va dirigido a la reconocida como la Madre de Dios, la mujer a la que sinceramente han dirigido sus plegarias los manchuelos, los caminantes y peregrinos y, especialmente, Campillo de Altobuey.

Asistentes al acto de Coronación en la explanada del Convento

Campillo, un pueblo de origen árabe, un pueblo en la frontera de la Reconquista peninsular que fue presentado como polo de atracción en la extremadura manchega, un lugar seguro para quienes quisieran venir a repoblar estas tierras, porque no se podía contar con más alta protección, la Virgen de la Loma. Y es la devoción continuada a lo largo de los siglos, su antigüedad en el tiempo, lo que llevó a la autoridad responsable a solicitar su coronación como prueba y señal de reconocimiento y de agradecimiento por sus cuidados y desvelos por campillanos y manchuelos amantes de su Santa Madre de La Loma. Estaban en el lugar adecuado y en el momento preciso las personas que podían impulsar su coronación canónica, como así sucedió.

El Rito de la Coronación en la Iglesia Católica

Está bastante extendido, e incluso en la actualidad se sigue realizando, se coronan imágenes por doquier, pero ya con poco fundamento y sentido. Llama poderosamente la atención que un pueblo pequeño como Campillo tenga a su Virgen Patrona Coronada, anticipándose, incluso, a las copatronas de la ciudad de Cuenca, según se ha comentado, y que cuentan sin ninguna duda con la devoción y estima de todos los conquenses.

Existen varias clases de coronaciones, de las que la primera en importancia es la Coronación Pontificia, que la concede el Papa. La segunda es la Coronación Diocesana, que la concede e incluso realiza el obispo diocesano. Antes, el obispo solo proponía, elevaba la solicitud y el Capítulo de San Pedro Vaticano la otorgaba. Con la llegada de Juan Pablo II al solio pontificio, la competencia pasó a los obispos diocesanos. Y en tercer lugar está la Coronación Litúrgica, que no requiere de ningún permiso para ser llevada a cabo, pudiéndola realizar cualquier eclesiástico y pudiéndose elevar al rango de Canónica Diocesana. El rito, por su singularidad y rareza parece haber perdido importancia y ganado en folclorismo.

Coronación canónica de la Virgen de la Loma el 8 de septiembre del año 1924

Tenemos la enorme suerte de contar con documentos gráficos del acto. Se hicieron numerosas fotografías recordatorias, muy buenas en calidad y en cantidad, llegándose a realizar más de una docena de modelos distintos, de los que rara es la casa campillana que no cuenta con alguno o algunos de estos ejemplares, siendo quizá la más importante aquella en la que el obispo Don Cruz Laplana y Laguna coloca la corona sobre la imagen.

No tenemos noticias de la existencia de otros documentos escritos relacionados con el tema, tales como la solicitud, la aprobación, personas que intervinieron en la concesión, etc… Con toda seguridad, porque era lo habitual, se llevaría a cabo algún tipo de preparación espiritual, litúrgica, doctrinal y musical, que estaría en manos de Julio Navarro Briones, de los Juanchos de Campillo, campillano de nacimiento y párroco a la sazón de su propio pueblo, gran músico, que ejerció tareas musicales en la catedral de Cuenca.

Fue don Julio quien propició la construcción de las andas de plata y bronce que aún tiene la Virgen, hechas para estrenarlas en el acto de la coronación, con anécdotas bien curiosas al respecto. Nada sabemos de este trono, ni quién lo diseñó, ni quién lo hiciera, ni en qué talleres se llevó a cabo o ciudad en que estuvieran ubicados. Tampoco sabemos cómo se libraron en guerra estas andas, del robo o destrucción, ni quién las escondió o protegió de alguna manera, si tal ocurrió. El caso es que ahí siguen, necesitando ya una completa restauración.

La Virgen de La Loma cumplía, digámoslo así, con todos los criterios y condiciones exigibles para ser coronada canónicamente. Alguien tuvo que solicitarlo, aunque no sepamos quién lo llevó a cabo en su momento. Era exigible un periodo devocional a la imagen de al menos cincuenta años, lo que supera con creces el culto a la Virgen de La Loma, de varios siglos en su caso, próximo ya el milenio. Cuenta con una devoción acendrada en toda la comarca de la Manchuela, ahora limitada a Campillo en especial, documentada fundamentalmente en las crónicas de los recoletos, que, aún envueltas en la bruma de la leyenda y la tradición, hacen las veces del dossier o monografía que se debió preparar en su momento, pero desconocido en la actualidad, si es que se llevó a cabo este estudio pertinente.

Participación en la coronación de las copatronas de la ciudad de Cuenca

Esta condición de Virgen Coronada que tiene la Señora de La Loma, la llevó a recibir un tratamiento y una atención muy especial en los actos de coronación de las copatronas de la ciudad de Cuenca (la Virgen de la Luz y la Virgen de las Angustias). Para ese acto tan destacado fueron invitados a participar todos los pueblos de la provincia y cada localidad llevó a su santo patrón o virgen titular de sus parroquias, es decir, cada pueblo llevó su más querido y mejor presente a la capital provincial. Se organizaron los asistentes en una interminable comitiva que iba por orden alfabético de su nombre, con una excepción, la de Campillo de Altobuey y la Virgen de La Loma, que no se intercalaron en la letra “C”, como hubiera sido lo lógico y lo normal, sino que por estar ya coronada la patrona de Campillo, salió o participó en esa comitiva en último lugar, como amadrinando a su “hermana”, si se me permite la expresión, ocupando un lugar de privilegio y de reconocimiento, compartiendo estrado y honores con las que iban a recibir tan gran título de Virgen Coronada, que ya poseía desde un cuarto de siglo atrás la patrona de Campillo.

Se vistió la imagen con su mejor manto, se la colocó sobre el trono de plata y bronce dorado y acompañada de un buen número de campillanos se marchó en comitiva a la capital donde dejó sorprendidos a los demás participantes por el derroche de belleza y la devoción profesada, tanta, que hacía exclamar a la gente de otros pueblos a su paso por las calles: “Es la Virgen de La Loma”.

Manuel Navarro y su poesía a la Virgen

En agradecimiento, quiero recordar a una persona de la que no sabemos casi nada, Manuel Navarro, un maestro nacional que a buen seguro estaba destinado en Campillo por aquellas fechas. Y como hombre de estudios y de cultura, alguien le propondría hacer una poesía a la Virgen de la Loma, o a lo mejor se le ocurrió a él y le salió de lo más profundo de su alma.

Se hizo una tirada de esta poesía en la imprenta “Minerva” de Cuenca, y aunque no está fechado el impreso, por las fechas destacadas y la temática de la composición poética, tuvo que hacerla ese mismo año de 1924 o quizá en el año anterior preparatorio del importante evento.  Se trata de una larga poesía con treinta y siete estrofas, de cuatro versos cada una, ciento cuarenta y ocho en total, versos bastante inspirados, a través de los que se ocupa de la corona que había de ser puesta sobre las sienes de la Sagrada Imagen y el poeta transforma en una corona simbólica y mística, una corona espiritual de más valor que el que pudiera tener la que con metales nobles y piedras preciosas se le hizo.

Esta poesía dice así:

A NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN SANTÍSIMA DE LA LOMA, PATRONA DE CAMPILLO DE ALTOBUEY.

POR MANUEL NAVARRO, Maestro Nacional.

Quisiera hacer la corona

de escogido material 

y que no hubiera otra igual

a mi Virgen de la Loma.

Mas ¿cómo en el discurrir

 de este cerebro vacío,

 en su triste desvarío,

 esto puede sugerir?

 Está bien que en el sentir

 se incube un buen pensamiento

mas decirlo como siento

 es muy difícil decir.

  Quisiera contar tus glorias

 estrellita mañanera,

 préstame una luz siquiera

 para escribir tus memorias.

 Bien sabes, Virgen María,

 que en mis ratos de recreo

 me extasías cuando veo

 tu hermosa fotografía.

 Es que no sé cómo amarte

 cuando yo no puedo verte.

 Es mi ambición de quererte

 y el deseo de adorarte.

 Si corona he de ponerte

 con la exquisitez del arte,

 no encuentro en ninguna parte

 cincel a corresponderte.

 Y ¿dónde iré para hacerte

 con material que te cuadre

 la corona de una madre

 que Dios nos la dio por suerte?

 La empresa es muy superior

 a mis fuerzas. Mas, Dios mío

, guiadme en lo que yo ansío

 para encontrar lo mejor.

 Por fin en mi atrevimiento

 hice un esfuerzo terrible

 para ver si era posible

cumplir con mi pensamiento.

 Me di a inquirir con fruición

 lo que a mi ver más valía,

 creyendo conseguiría

 dar gusto a mi pretensión.

 Y sin dejar de la mano

 busqué esmeraldas, diamantes,

 los rubíes y brillantes,

 perlas en el océano.

 En fin, con ansia indagaba,

 entre las piedras preciosas,

 las que creí más hermosas

 para mi Virgen Sagrada.

 Mas mi espíritu enojado

 noté que se condolía

 y en triste voz me decía:

 ¿En qué piensas desgraciado?

 No ves que el tesoro sumo

 de este mundo terrenal

 en el mundo celestial

 no tiene valor alguno?

 Pensé en lo que más quería

 la Virgen de mis amores

 y creí que eran las flores

 lo que más apetecía.

 Fuime a buscar al momento

 por balcones y jardines,

 claveles, rosas, jazmines,

azucenas, pensamientos,

 tulipanes, violetas,

 creyendo éramos deudores

 de ofrecer todas las flores

 que existen en el planeta.

 Mas sentí me reprochaban

 mi loca imaginación

 que, aunque buena mi intención

 en mi interior exclamaban:

 Así das a presidir

 los sentidos corporales

 y son espirituales

 los que tienen que asentir.

 Sin vacilar un momento

 fue mi vista a las estrellas,

 pensando en todas aquellas

 grandezas del Firmamento.

 ¡Oh que loco desvarío!

 al oído me exclamaban,

 y así en reproche le hablaban

 al pobre espíritu mío:

 Tú solo te haces la guerra,

¿A dónde vas miserable,

si tú eres un despreciable

 gusanillo de la tierra?

 Si a ti no te es permitido

 despegarte de este suelo,

 para alzar la vista al Cielo

 sin pecar por atrevido.

 Aparta tu intento necio,

 que solo es tu Creador

 único poseedor

 de las cosas de ese precio.

 Y mi pobre corazón

 quedó como sorprendido

en éxtasis recogido,

 pensando en la inspiración.

 Y, como ángel que bendice

 en la más plácida calma

 en lo más hondo del alma

 oigo una voz que me dice:

  Llama a todos tus hermanos,

 esforzando tus pulmones,

  y junta los corazones

 de todos los campillanos.

  Con ellos construirás

 la apetecida corona

 que a la Virgen de la Loma

 es lo que le gusta más.

 Ten en cuenta que esta es

 la corona deseada,

 todo lo demás es nada,

 figura mucho después.

 Y luego reunirás

 a todos los campillanos

 para cantar muy ufanos

 en armonioso compás:

 Virgencita de la Loma,

 rosa de la primavera,

 tú serás nuestra archivera

 hermosísima paloma.

 Ante tu amor infinito

 nuestro ser, y así dichosos,

 depositamos gozosos

 en vuestro claustro bendito.

 Soberana, aquí nos tienes

 ante el regio pedestal,

 ansiosos del maternal

 cariño, fuente de bienes.

 Todos juntos a ensalzarte,

 y juntos hasta la muerte,

 juntos en la misma suerte,

 y juntos para gozarte.

 De tu augusta concesión 

 cedednos el bien obrar,

y licencia para dar

 riendas a nuestra ilusión.

 Mas la bendita ocasión

 de colmar nuestra alegría

 para decirte ¡Oh María ¡

 tuyo es nuestro corazón.

Me consta que en algunas casas de Campillo se han conservado ejemplares de este impreso poético, pero su inclusión aquí alejará más el peligro de que con el paso del tiempo se pierdan estas cosas que, al fin y al cabo, son un documento histórico, antropológico y cultural de Campillo.

Como he dicho líneas atrás, nada más sabemos de este inspirado poeta que fue capaz de hacer una composición de este calado para dar realce al acto de la coronación canónica de la Virgen de la Loma. Difícil lo puso a los actuales poetas campillanos que, año tras año, incluyen sus creaciones en estas páginas festivas. Y si en aquel momento se hizo para ennoblecer aquel acto, ahora, aunque sea en el recuerdo, se incluye de nuevo esta poesía para general conocimiento y para agradecer el tiempo pasado.

Orfebrería de la Virgen

Para todos los campillanos es bien conocida la corona neobarroca de la Virgen, hecha para la ocasión, debido al muy importante reportaje fotográfico que se le hizo, en el que se cuentan más de una docena de modelos y tamaños de fotos. Por lo que ha trascendido al conocimiento del público en general, detrás de la confección de la corona estuvo la familia López Cobo, mayordomos a la sazón de la Virgen, quienes aportaron gemas y metales nobles.

Del mismo modo, colaboró todo el pueblo de Campillo, en la medida de sus posibilidades, aportando cada uno joyas, monedas o dinero. No podemos olvidar que, a las coronas para la Virgen y el Niño, así como a otros elementos menores de orfebrería, va unido el trono de plata y bronce dorado, las andas que fueron usadas como soporte principal para la ceremonia de la coronación canónica de la Virgen de la Loma, la primera imagen que recibió tal honor en la provincia de Cuenca. Por desgracia nada sabemos hasta el momento de quién fuera el orfebre autor de estas piezas ni en qué lugar se elaboraron. Sí sabemos del esfuerzo personal de don Julio Navarro, campillano de nacimiento y cura párroco de Campillo, auspiciador de la construcción de estas fastuosas andas. Tampoco conocemos las circunstancias que tuvieron que ocurrir para que las andas de plata se libraran en la guerra civil, del expolio y del robo. Y ahí están todavía resistiendo el paso del tiempo, pero pidiendo ya a gritos una profunda restauración para devolverles su pasado esplendor.

Las coronas de la Virgen y el Niño, y todo su conjunto de complementos, corrieron peor suerte, porque la Junta del Tesoro Artístico, en su delegación de Cuenca, requirió a la mayordoma en ese momento, Dª Antonia López de Frías y Cobo, la presentación de todas las joyas en una fecha determinada en la capital de la provincia, con la intención de poner todo a salvo, lo que así hizo esta señora.

Estos detalles del requerimiento y entrega los conocí de primera mano por parte de mi tía María Montoya Blasco, quien por aquellas fechas trabajaba de sirvienta en casa de la mencionada Dª Antonia. Al ser una pieza tan conocida y estimada, a la vez que valiosa, por tantas fotos como se le habían hecho para recordatorios del acto solemne de la coronación, tuvo como consecuencia que la pieza no pasara desapercibida y fuera requerida por las autoridades republicanas responsables del patrimonio artístico. Y ya nunca más se supo de esta pieza exquisita de orfebrería.

Siendo yo estudiante en Cuenca, hablé en varias ocasiones con don Salvador Alonso, deán de la catedral de Cuenca, secretario episcopal y responsable del incipiente Museo Diocesano, quien me contaba que con la evacuación del Tesoro Artístico de Cuenca salieron para Ginebra (Suiza) once grandes cajones llenos de piezas de orfebrería,  cálices, custodias, copones, etc. de los que al acabar la guerra solo volvieron dos de estos cajones a Cuenca, sin que sepamos qué fue del resto, a dónde fueron a parar o qué se hizo con ellos.

Si con el contenido de las dos grandes cajas que volvieron se montó la extraordinaria sección de orfebrería del actual museo diocesano, qué hubiera sucedido si todo se hubiera recuperado. La respuesta es obvia. Tampoco sabemos si se expidió justificante de entrega o si, igualmente, se redactó algún documento de recuperación. Entre los objetos recuperados iba la custodia de Campillo, que tuvo que ser una pieza magnífica, y que el anciano párroco don Julián Briz vio expuesta en la exposición del año 1940 en Cuenca y fotografiada en el catálogo que se hizo de esta muestra. No pierdo la esperanza de que algún día aparezca por ahí un ejemplar de ese catálogo o una foto de la pieza que permita su recuperación a los campillanos, otro detalle de su historia. Busqué en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en la Biblioteca Nacional de Francia, en la Biblioteca Nacional de Madrid, en bibliotecas y archivos conquenses, en fin, en lugares donde podría estar ese catálogo y la mencionada foto, pero hasta ahora sin resultados positivos.

Santiago Montoya Beleña.

Campillo, 2023-24

1 comentario en «Coronación canónica de la Virgen de la Loma: primer centenario (1924-2024)»

  1. Es muy emotivo la Historia de mi querida Virgen de la Loma, me ha emocionado todo lo referente a la patrona y mi querido Campillo, además yo naci el dia 08/de septiembre. Muchas gracias por compartir tus historias Santiago Montoya Beleña.

    Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.